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Entrevista con Eduardo Vilar-Sánchez

Julián Larrauri

 Eduardo es médico oncólogo y se dedica a la investigación. Concretamente a la  inmunización contra tumores: vacunas contra el cáncer. Doctor en medicina por el Hospital Universidatario Vall d’Hebron, en Barcelona, este madrileño afincado en Alicante, hizo las maletas para irse a ee.uu. a investigar enfermedades raras causadas por mutaciones genéticas.

A día de hoy, desde el md Anderson de Houston, prepara un ambicioso ensayo con pacientes con cáncer de colon afectados por el síndrome de Lynch. En esta entrevista, Eduardo profundiza en sus investigaciones de una manera muy realista y analiza cómo su historia profesional comenzó con sus vivencias en el que fue su colegio.

 

Partimos de la base de que ya existen algunas vacunas destinadas a prevenir el cáncer por virus, como es la de la Hepatitis B o la del virus del Papiloma humano. Pero vacuna y cáncer parece algo incompatible ¿Cómo se hace esto posible?

 

Ya tenemos desarrolladas vacunas contra agentes virales que generan cáncer. Lo que ocurre es que la tarea de crear una vacuna contra un agente exógeno, en este caso un virus, es relativamente más sencilla que la de crear una vacuna contra un tumor. Hay que recordar que las células tumorales son nuestras propias células. Lo que hacen es enseñar a nuestro propio sistema inmune a reconocer esas amenazas, y es mucho más sencillo educar a nuestro sistema inmune para reconocer una amenaza que es completamente exógena y distinta de nosotros, de reconocer una amenaza que se parece realmente a nuestras propias células.

Entonces, todo lo que implica el desarrollo de vacunas contra tumores, va a ir asociado con estudios de secuenciación masiva del genoma, donde vamos a intentar estudiar cuáles son los puntos que diferencian el genoma de las células tumorales de nuestras células normales. El otro punto que quería resaltar es que, hay dos tipos fundamentales de vacunas: hay vacunas destinadas al tratamiento del cáncer, que llamamos vacunas terapéuticas y hay vacunas destinadas a la prevención del cáncer.

En el marco de esta vacunación preventiva, que de momento la estáis estudiando en el campo de algunas enfermedades hereditarias, como es el síndrome de Lynch. ¿Cuándo podría hacerse esto realidad?

La verdad es que en este campo de las vacunas contra el cáncer —de vacunas preventivas— son lo que también llamamos ahora intercepción del cáncer. Esto está avanzando muy rápido en los últimos años. La pandemia por covid nos ha enseñado a todos mucho acerca del desarrollo de vacunas y también ha estado informando al público general sobre cuáles son los beneficios de la vacunación.

Para el síndrome de Lynch estamos a punto de activar dos ensayos clínicos en el md Anderson de Houston. El primero, va a estar ya listo próximamente. Creo que el desarrollo de las vacunas es un proceso lento, pero podemos tener ya resultados preliminares en los próximos meses.

¿Llegará el momento en el que esta vacuna pueda usarse para toda la población y no sólo a los que padezcan este síndrome?

 

Las vacunas son realmente específicas. Creo que esta vacuna, en teoría, podría utilizarse para pacientes que desarrollan cáncer de colon, no como consecuencia de una enfermedad hereditaria pero que tienen una característica molecular que se llama inestabilidad de microsatélites.

Aparte de eso, evidentemente, cada vez que hacemos un ensayo clínico adquirimos un montón de conocimiento, que siempre se puede extrapolar; no solamente a otros pacientes con cáncer de colon, sino a otros pacientes con otro tipo de tumores.

Has tenido figuras clave que te han guiado a lo largo de tu carrera profesional. ¿Cómo de importante crees que es la figura de un mentor?

 

He tenido el privilegio de contar con grandes mentores que se han ido cruzando en mi carrera profesional y todos ellos han sido muy importantes, porque me han ayudado a transicionar de una fase a otra. Es importantísimo tener en cuenta que uno no puede hacer esto solo. Hay gente que está dispuesta ayudarte en el camino y aportarte su experiencia y es muy importante escuchar a la gente. Porque las experiencias vitales de otra gente, es lo que nos enseña cómo orientarnos, cómo guiarnos, nos pueden ayudar a reflexionar.

La figura del mentor no solamente sirve para decirte lo que tienes que hacer, sino para aportarte su punto de vista, su experiencia vital y que eso te ayude a ti a realizar una decisión informada.

Por supuesto, ahí está la familia también. Evidentemente, los principales mentores de uno son los padres, eso desde que naces. Son personas que a lo mejor no ha pasado exactamente por las mismas experiencias, pero tienen un bagaje que es importante y que nos va ayudar a movernos en la vida.

Volvamos a Elche por un momento, a Aitana, el colegio en el que te graduaste. ¿Qué destacarías de tu paso por el colegio?

 

Estoy muy agradecido al colegio Aitana. Yo cursé un año de  allí, en un momento en que para mí era un poco complicado. Mi familia acababa de mudarse a Alicante y yo empezaba un año esencial dentro de la vida de un adolescente.

Me fui al colegio Aitana porque era un colegio donde yo ya tenía a mis primos que habían estado en el colegio toda la vida. Era en un ambiente familiar para mí; un ambiente acogedor, y entré en el colegio al mismo tiempo que mi hermano, que es dos años menor que yo.

La verdad, es que tengo unos recuerdos muy buenos. Los alumnos de mi curso crearon una atmósfera de bienvenida muy buena. Recuerdo muy bien a mi tutor del curso Mariano Ros, a Jesús García… todo ello sustrajo un poco todo ese nerviosismo e incertidumbre que había con el cambio del colegio y me sentí muy bien, muy acogido.

En tu faceta profesional, ¿en qué crees que te preparó mejor el colegio?

 

Lo más importante, en mi opinión, del colegio, aparte evidentemente de lo que es la instrucción y lo que es el aprendizaje, es la formación en valores.

Y el valor más importante que saqué del colegio es ser profesional. Y ser un profesional que se rige por unos valores claros, por unos valores de ética. Y una ética del trabajo y del esfuerzo.