Entrevista con Eva Cabello

 Madrileña, Eva estudió Derecho en la Universidad Complutense aunque posteriormente se dedicó a la docencia. Desde 2019, ha desempeñado distintos cargos en el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón. Actualmente continúa como concejal de Familia y Atención a la discapacidad procurando mejorar la sociedad desde la gestión pública. Se define como extrovertida, trabajadora y familiar. Procura estar a menudo con sus hijos y nietos. Le divierte pasear, la música y la cerámica.

Ha sido muy progresivo y ha pasado por distintas etapas y muy diferentes cada una. Empecé a trabajar a los veinte años  como pasante con una procuradora de los tribunales mientras acababa la carrera, lo que me permitió aprender mucho durante mi estancia en la universidad. Más tarde estuve en una empresa distribuidora de software en la que aprendí mucho de la gestión empresarial.  Durante esos siete años nacieron dos de mis hijos y tuve que agudizar el ingenio para lo que ahora parece algo tan normal como es la conciliación.

Entonces, conocí el mundo de la educación. Fui profesora de «Economía y organización de empresas». Un nuevo reto. Exploté al máximo el uso de las tic, pero esta vez aplicadas a la enseñanza. Las tutorías con las familias de mis alumnas me enseñaron a escuchar con atención sus inquietudes y preocupaciones siempre con el fin de ayudar, hablé con cientos de padres y alumnas, esto me ha servido mucho para servir a todos los ciudadanos para  los que ahora trabajo.

Se me hace difícil resumir en una sola frase mi etapa en el mundo de la docencia. No obstante, tengo muy claro dos asuntos fundamentales: en primer lugar, destacaría la enorme responsabilidad que tienen los profesores y, en segundo lugar, lo he podido comprobar en cientos de mis alumnas, la importancia de recibir una buena educación. La educación es un arma muy poderosa.

Me llevé muchas cosas buenas de esta etapa. Las compañeras de trabajo fueron una de ellas. Profesoras y personal no docente. Personas vitamina. Personas que te alegran el alma. Algunas siguen en el colegio. Otras ya no están entre nosotros y las recuerdo con inmenso cariño. Las alumnas. Con algunas sigo en contacto y también nos damos un like en Instagram.  A través de LinkedIn veo que muchas son ya grandes profesionales en activo y me alegra inmensamente. Siempre recordaré una guardia de comedor en la que me cantaron el cumpleaños feliz cuatrocientas alumnas de diferentes  edades,  divertidísimo y emocionante a la vez.

Mientras impartía clases me ofrecieron ser presidenta de la Asociación de Familias Numerosas de Pozuelo de Alarcón. Era un puesto altruista. Siempre he creído que la sociedad civil debe estar activa, para procurar mejoras en todo tipo de aspectos como la salud, la educación, el medio ambiente, el bienestar social, el desarrollo económico, en la cultura y sin duda en los derechos humanos entre otros e incidir, todo lo que se pueda, en todos y cada uno de estos aspectos.

Debido a la gran actividad que realizamos en Familias Numerosas, me ofrecieron incorporarme a la lista electoral en las elecciones municipales de mayo de 2019. Afrontamos la pandemia, la nevada Filomena… Estas durísimas experiencias nos obligaron a sacar lo mejor a cada uno de los que componíamos el gobierno municipal, trabajando codo con codo con toda la corporación, políticos, funcionarios, empresas, asociaciones… y con un único objetivo: servir lo mejor que podíamos, muchas veces con escasa información y pocos medios, a todos y cada uno de nuestros vecinos. Ahora soy concejal delegada de Familia y Atención a la Discapacidad. Considero un regalo el que me hayan responsabilizado de estas áreas ya que son infinitas las oportunidades de poder seguir estando a disposición de las familias y más concretamente el área de la discapacidad, ya que tenemos el deber de apoyar a estas personas y ayudarles a conseguir para todos y cada uno de ellos mayores cotas de autonomía y bienestar ya que son merecedores de un vida libre y digna. Es, sin duda alguna, una obligación cívica y moral.

Tengo un gran cariño al colegio y a todo lo que me ha aportado. Lo que más valoro sin duda es que nos enseñaron a poner a las personas por encima de todo, a preocuparnos por los demás y tratar de ser una influencia positiva en nuestro entorno. Eso es algo que intento hacer día a día en mi trabajo y sé que esa actitud de vida se la debo a los valores que me inculcaron en el colegio.

En muchas cosas. Pero destacaría éstas: el valor del  esfuerzo, la importancia de hacer bien las cosas independientemente del resultado, el saber trabajar en equipo, aprender a estar en los sitios, la puntualidad, y sobre todo algo que siempre estaba presente, el respeto a los demás. Tanto a la persona como a sus maneras de pensar.

Fueron años felices de mi vida. Una decisión de mis padres a los que nunca agradeceré lo suficiente el enorme esfuerzo que hicieron para poderme llevar a Montealto.  Son muchísimos recuerdos y muy buenos los que tengo del colegio. El guiñol que nos hacían las profesoras tras una puerta en los pasillos de preescolar, el concurso de villancicos y los ensayos previos que lo pasábamos pipa, escondernos para jugar a churro en el patio. Las fiestas de fin de curso con la exhibición de gimnasia, la pista pequeña de patinaje, las celebraciones en el recreo de cumpleaños y que traíamos un bizcocho de casa, la representación de Eloísa está debajo de un almendro en la que participamos todo 3º bup para recaudar fondos, el día que hicimos la primera comunión 1 de mayo de 1975 que fuimos  las reinas del colegio. Pero mi mayor recuerdo son mis compañeras, hoy muchas de ellas amigas queridas a las que sigo viendo y con las que sigo compartiendo momentos importantes de nuestras vidas.  Me quedo con todos y cada uno de los recuerdos.